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Gualaceo cuenta con tres miradores naturales

En Tres Cruces está el Museo de la Pirotecnia donde se hacen demostraciones del oficio.

Tres Cruces, El Progreso y Yabrum son tres miradores naturales poco conocidos de Gualaceo. Llegar a ellos es toda una aventura y al coronarlos se aprecia una imagen distinta del “Jardín Azuayo”, segundo cantón con mayor densidad poblacional de la provincia del Azuay.

El mirador Tres Cruces está a 2.440 metros sobre el nivel del mar y se ubica hacia el sureste, en la comunidad Zhiquil, de la parroquia rural Remigio Crespo Toral. Al lugar se accede por una carretera de segundo orden a nivel de lastre de aproximadamente dos kilómetros.

Aquí está el Museo Interactivo de la Pirotecnia Artesanal, de la familia Orellana que lleva más de 200 años elaborando los castillos, globos y “vacas locas” que animan las fiestas populares. El oficio lo han heredado de generación en generación.

Wilson Orellana y su esposa Marcela Reyes, de 34 y 29 años de edad, respectivamente, están a cargo del museo; ellos aprovechan del balcón natural para hacer demostraciones de la elaboración y quema de los juegos pirotécnicos.

En el mirador El Progreso, al norte, surge un emprendimiento gastronómico de un sargento en servicio pasivo que invirtió gran parte de sus ahorros tras 21 años en el Ejército ecuatoriano.

Se trata de Carlos Cajamarca, quien inauguró -previo a la pandemia- un restaurante ubicado a más de 2.300 metros de altura. El espacio lo adecuó con estructuras de madera, juegos infantiles y otros elementos que innova con el paso del tiempo.

Cajamarca nunca se imaginó que las destrezas y tácticas militares las cambiaría por el arte culinario, donde el cuy asado y las parrilladas son su carta de presentación. En su negocio también se brinda una oportunidad para que los jóvenes trabajen y puedan estudiar al mismo tiempo.

Mingas

Mientras tanto, el mirador Yabrum es el resultado de mingas y del financiamiento de los migrantes de la comunidad Parculoma que desde hace varios años abandonaron su tierra por buscar el llamado “sueño americano”. Una placa con fecha 25 de agosto de 2018 reconoce ese esfuerzo con los nombres de cada uno de los aportantes.

Fuente: El Mercurio