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Matilde Sacaquirín, toda una vida dedicada a la cestería

Cuando tenía 6 años, la escuela y los labores en cestería tenían la misma importancia para Matilde Sacaquirín Arias. Actualmente tiene 76 años y está orgullosa de ser la tercera generación de artesanas, una actividad en cestería que poco a poco va desapareciendo en Cuenca.

Matilde recuerda su infancia, cuando ayudaba a sus padres Manuel Jesús Sacaquirín y María Eloísa Arias a elaborar los sopladores.

“Ellos hacían por docenas y llevaban a vender en Guayaquil”, relata. Sin embargo, la primera generación que inició con los trabajos en cestería fue la de sus abuelos, María Nieves Guazhambo y José Manuel Arias.

Permanecer más de 60 años en este oficio ha llevado a Matilde a ganar rapidez en las manos con el tejido.

Cuenta que no le costó aprender; pero fueron los años los que le dieron la experiencia que tiene hoy en día para elaborar un soplador hasta en tres minutos.

Las labores en cestería era la principal actividad económica de las dos primeras generaciones. “Recuerdo que íbamos al mercado central de Guayaquil a vender los sopladores. En aquel entonces no existían las cocinas y las familias utilizaban leña para cocinar y era necesario tener el soplador para el fuego”, relata.

Procedimiento

La duda es la materia prima para los trabajos de cestería. Años atrás se obtenía de las zonas montañosas de Molleturo y Gualalcay (El Valle), así como Pindilig o en el Oriente. “Hoy en día se consigue en Pallatanga (Chimborazo)”, cuenta.

La duda llega verde y todo el proceso es hecho por la artesana. El primer paso es deshojar para someterlo a un secado. “Si hace sol se seca en un día, y si hay lluvias o el clima no favorece, tarda entre dos o tres días”, explica Matilde Sacaquirín.

La parte fina de la duda es ideal para el tejido, mientras que la parte más gruesa y dura es utilizada para dar soporte a las artesanías. “Se compra por mulas, que por lo general tiene un costo de 12 dólares”, detalla. Cuando la duda es escasa, puede costar hasta 18 dólares.

Años atrás la actividad era rentable, pero con la incorporación del plástico redujeron las ventas. Hay épocas del año que el comercio es rentable, una de las fechas es Navidad, para la entrega de canastas.

Fuente: El Mercurio