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En Narancay Alto existe potencial para el ecoturismo

Singulares adornos y objetos utilitarios, fabricados de llantas usadas, llama la atención de propios y extraños en la entrada a Narancay Alto, ubicado a un kilómetro y medio del Control Sur. La creatividad de los artesanos de dicho sector que pertenece a la parroquia rural Baños, es destacable.


Los “caucheros” elaboran desde repuestos para la suspensión de vehículos, maceteros, comederos y bebederos para ganado, hasta muebles de sala con este material. En la entrada al Camino a Narancay se encuentra la familia Tuba, dedicada muchos años a esta actividad.


Uno de los artesanos es Mauro Tuba, quien destaca que este oficio ha pasado de generación en generación. “Nos encontramos cerca de un siglo en Narancay, prácticamente es una herencia que viene desde mis bisabuelos…Con mucha nostalgia le cuento que posiblemente nosotros seamos la última generación de caucheros en Cuenca”, expresa y asegura que, a pesar de contribuir con el ambiente, no cuentan con el apoyo de las autoridades. “Nosotros salimos a buscar llantas en Cuenca para reciclarlas. Buscamos llantas de lona porque las llantas de alambre no nos sirven mucho”.

Hoy en día esta empresa familiar llamada Procaucho va más allá con la fabricación de combustible realizado con este material que luego de triturarlo es entregado a grandes empresas como cementeras. “Trituramos entre 30 y 40 toneladas a la semana con una máquina que la mandamos a realizar con la ayuda de un ingeniero”.

Galletas

La pequeña capilla “Ave María”, por donde más de uno pasa persignándose como señal de la devoción que existe en este sitio, es el punto de partida del recorrido. A lo largo del sinuoso camino de tierra se puede observar emprendimientos, a medida que se va ascendiendo. En esta vía se encuentra la fábrica de galletas La Cuencanita con 26 años en el mercado y aún conserva esa característica envoltura de papel, aunque también cuentan con otra presentación en funda plástica, cuyos precios de entrega son 18 y 80 centavos, respectivamente.


Danilo Calle es el propietario de la factoría. Su profesión como economista le sirvió para aprovechar una oportunidad que la vida le presentó. “Yo trabajaba en Filanbanco, en donde hubo un embargo de máquinas de café, velas, fideos y galletas. Cuando las pusieron a remate me arriesgué, sin que mis familiares se enteren porque tenía miedo de perder la inversión, pero poco a poco el negocio fue surgiendo”.


Este emprendimiento inició con dos personas, actualmente cuenta con ocho para atender la demanda de sus clientes de distintas partes del país, principalmente de Limón, Méndez, Sucúa, Macas, Loja, Cañar, Paute, Gualaceo, Sígsig…Sus productos, incluso son utilizados en platos gourmet o postres en diferentes cafeterías y restaurantes.

Fuente: El Mercurio