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Turi, el encanto nocturno de Cuenca

El movimiento en la parroquia Turi se activa con fuerza en las noches y se ha convertido en el mejor pretexto para su reactivación económica. En los emprendimientos destacan la gastronomía, las luces y los balcones como atractivos ideales para los visitantes.

“A Turi la levanta su gente, sus emprendimientos, su cultura y su belleza”. Esa es la convicción de Miriam Cabrera, propietaria de un negocio recién inaugurado en el centro de la parroquia. Antes de la renovación del mirador principal, emprendedores de la zona ya iniciaron el proceso de reactivación nocturna.

Desde hace unos seis meses es notorio cómo más negocios, emplazados en las inmediaciones del centro parroquial de Turi, se activan durante las noches. “En la actualidad, es el momento del día de mayor afluencia de visitantes”, aseguró Cabrera.

Aunque su negocio, en el que convergen ‘Cuenca View’ y ‘Puente de Cristal’, es uno de los más recientes, define las noches como el mejor momento para el movimiento de turistas. “Esta hora es la mejor para nuestros negocios”, agregó la propietaria.

El primer emprendimiento es el puente. Se trata de una estructura que permite ver la ciudad desde este espacio armado en vidrio. Caminar por el sendero de unos 35 metros de largo, es sentir la fría brisa nocturna de la ciudad y llenarse la mirada con la Cuenca nocturna y titilante.

Pasar sobre este puente, requiere armarse de valor si se tiene miedo a las alturas para caminar sobre el piso de cristal. Es posible vivir un momento cargado de adrenalina. El otro emprendimiento es un restaurante con gastronomía local y nacional.

En las calles, hombres, mujeres y niños se pasean de lado a lado buscando la mejor vista de la ciudad. Mientras lo hacen, hay restaurantes, cafeterías, tiendas, negocios de artesanías, comida rápida hasta la venta de agua caliente de canela, café y chocolate.

Karina, la encargada de este último negocio, comenta que desde hace unos seis años, las noches han comenzado a llenarse de visitantes. “Esto nos invita a continuar adelante y nos motiva a seguir atendiendo a la gente”, comenta.

Federica Vega, juntó la gastronomía con la tradición de la cerámica para dar vida a ‘Amapola Bistro’, un espacio dedicado al arte culinario adosado a la galería de su padre, el reconocido ceramista Eduardo Vega.

La sensación que da ingresar a este negocio es similar a la que se siente entrar al taller de cerámica de su familia. Quienes visitan el ‘bistro’ obtienen un “tercer ojo” (una ventana de cristal), a través del cual pueden mirar el taller de Eduardo Vega.

Es una maravilla transportarse a este espacio con la mirada, siguiendo las líneas de las formas del barro, los colores, los dibujos y las obras finales.

Adentrarse en el mundo de ‘Amapola Bistro’ es ponerse en contacto con la naturaleza. Para la propietaria, la noche se ha convertido en la mejor aliada para recibir a visitantes provenientes de distintas latitudes del mundo.

Fuente: Mercurio