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Perritos y sus amos, un amor puro, sincero e incondicional

“El perro es el mejor amigo del hombre”, es la máxima que se ratifica en dos historias llenas de amor incondicional entre mascotas y sus amos.
José Rubio aprovecha al máximo el tiempo con “Lou”, un perrito beagle, después de enterarse que su mascota tenía cáncer. Disfruta cada segundo de su compañía, consciente de que puede ser el último.
Antes de cumplir 15 años estuvo obsesionado por tener un pug, como aquel que había visto en la película “Hombres de Negro”, incluso llegó a trabajar de albañil una semana para cumplir su sueño.
Por ser hijo único, siempre le pedía a su madre Zhirley Zambrano un hermano, con toda la inocencia de un niño. “Quiero un hermanito, quiero un hermanito, quiero un hermanito”, le insistía en cada Navidad.
Al ver que su deseo no se cumplía, cambió de opinión y ahora repetía como disco rayado: “Quiero un perrito, quiero un perrito, quiero un perrito”… sin saber que a sus brazos pronto llegaría un ser vivo que cambiaría su vida.

Su mamá accedió a su pedido, pero con la condición de que José trabaje para comprarlo. Por mala o quizás buena suerte no consiguió un pug. Al parecer el destino estuvo marcado y le tenía preparado un encuentro con su “precioso”, “el dueño de toda la casa, incluida mi cama y muebles” o simplemente “mi mimado”.
De niño, José también quedó encantado con “Lou”, un beagle que protagoniza la película “Como perros y gatos”, y por esas lindas coincidencias de la vida llegó al criadero de esta raza en Gualaceo, en donde intercambiaron miradas con en el que ahora es su mascota. “Fue amor a primera vista”.
“Lou” pasó a formar parte de la corta familia, se adaptó muy bien a su hogar. Es así que cuando se porta mal, lo llama “Lounidas”, pareciendo que entiende que su amo está molesto, pues se pone triste por el regaño.
La relación de José y su madre no era buena, pero “Lou” logró unirlos nuevamente. “Cuando llegó empezamos a compartir más tiempo juntos”.
Hoy en día José vive solo, pues Zhirley radica en Estados Unidos. Desde su partida, “Lou” se sienta “religiosamente” todas las tardes, a las 18:00, frente a la ventana, esperando que llegue su «mamá humana». “Esta escena me recuerda mucho a la película ‘Siempre a tu lado’, en la cual “Hachiko” (un perro de raza akita inu) espera toda una vida a su amo”.

Fuente: Ecuadorenvivo