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“Dejen de preguntarme si mi bebé es mía solo porque soy negra y ella es blanca”

Desde el día en que nació, mi bebé fue juzgada por el color de su piel.

Después de pasar un día y una noche en cuidados intensivos, Bonnie se había reunido conmigo solo por unas pocas horas cuando una mujer asomó la cabeza por la puerta para preguntarme qué me gustaría desayunar.

Antes de que pudiera responder, preguntó: “¿Es esa tu bebé?”

Anticipé que lo siguiente que diría sería un cumplido: “¡Es adorable!” o “¡Sus cachetes están tan regordetes!”

En cambio, repitió: “¿Es esa realmente tu bebé?”

Su tono era de sorpresa, con ligera consternación. Su uso de la palabra “realmente” me preocupó.

“Se la ve tan blanca. Mira su pelo, es tan lacio. Es tan blanca”, continuó.

Y ahí fue cuando todo comenzó: gente que no me conocía se sentía libre de preguntar si yo era la madre de Bonnie o de hacer comentarios sobre el color de su piel.

Sucedió en el hospital donde acababa de dar a luz. Volvería a suceder más tarde cuando salía de compras, me sentaba en restaurantes y visitaba amigos.

Tengo la piel marrón. Mi pareja es blanca. Bonnie es mestiza.

Fuente: El Universo