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El barrio Convención del 45 añora su pasado

El barrio Convención del 45 debe su nombre al momento histórico de la redacción de la cuarta Constitución que data de 1845. Dicha reunión sirvió para reorganizar el país luego de la caída del presidente Juan José Flores.

Con el pasar de los años se convirtió en una zona tradicional de la ciudad por la gran cantidad de alfareros que aquí habitaban. Pero también se convirtió en una zona peligrosa.

Tras la regeneración de algunos espacios como la Casa del Alfarero y la aparición del tranvía, vecinos recuerdan que bajaron los índices delictivos. No obstante, hoy ha vuelto a recrudecer este problema, aupado por la salida de propietarios de los inmuebles y nuevos inquilinos, la mayoría, de otras nacionalidades.

Silvia Roldán ha vivido toda su vida en el barrio, en la casa que en alguna vez albergó la escuela “Remigio Crespo Toral”. Ella ha sido testigo de los cambios que se han dado y hoy le preocupa la delincuencia.

Su casa está frente a la estación tranviaria y diariamente se encuentra con escenas de personas consumiendo alguna sustancia extraña. “Las personas que llegan al lugar se esconden detrás de la infraestructura de la estación y de las cámaras para hacer sus cosas”, agrega.

Solo la semana anterior, un habitante del sector grabó a un delincuente subir tres pisos de una vivienda del barrio y llevarse un cilindro de gas. El hecho ocurrió justo al frente de la iglesia Corazón de Jesús.

Los últimos meses han aumentado los robos a viviendas y a personas. Esto ha motivado a que vecinos promuevan “cacerolazos” nocturnos (plantones y marchas) para mostrar que se están uniendo para frenar a la delincuencia.

Uno de los promotores de este movimiento es Wilson Capón, quien comentó que el único fin es cuidarse entre vecinos. Aunque no tienen una dirigencia establecida, fomentan el cuidado entre vecinos antes hechos delictivos actuales.

Con la gente ya llevan tres noches haciendo las salidas por las calles del barrio. Con cacerolas en mano, advierten a los delincuentes que no tolerarán más actos ilegales. Desde esas salidas, la Policía hace rondas más seguidas, comentó Capón.

Jesús Arpi y Carmela Mora son primas. Ellas también han residido toda la vida en el sector. Ambas comentan que la Convención del 45 actual no se parece en nada a la anterior, en la que primaba la unión.

“Ahora no conocemos a nadie, ya no se convive como antes cuando en las festividades todos compartíamos”, comentan.

Recuerdan que por la calle Mariscal La Mar, antiguamente pasaba el canal de agua que servía, por ejemplo, para mover molinos. La casa de su familia estaba emplazada al final del barrio y quizá de la ciudad. “Allí terminaba el centro”, dicen sonrientes.

También rememoran que los artesanos del barro abundaban en las casas vecinas y que su arte era reconocido en la ciudad. “Ya no hay artesanos, son muy escasos”, apuntan.
Hoy, en medio de los hechos que opacan la tradición del barrio, se mantiene vigentes la actividad cultural con murales que buscan cambiar la imagen, además de emprendimientos gastronómicos y turísticos.

Fuente: Mercurio