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La hermandad de los Wheelers

Ese sonido inconfundible -ensordecedor y melódico a la vez-, capaz de escucharse a 100 metros de distancia, de las mundialmente reconocidas Harley-Davidson, invade todos los jueves la sede del Wheelers Club Cuenca y sus alrededores.

Las motocicletas roban miradas de pequeños y grandes que viven por el sector. La “sinfonía” llega a su fin cuando apagan sus motores, pero ahí recién empieza la verdadera acción.

Los socios de esta “hermandad” saludan con un abrazo fraterno, de esos que rompen las costillas, como si no se hubieran visto en años.

Mientras unos encienden cigarrillos y el humo se desvanece por el amplio local, que lo adaptaron con mucho esfuerzo durante tres años, otros juegan futbolín y billar. Hay quienes prefieren hacer un asado o simplemente mirar televisión en medio de fotos, trofeos y reconocimientos que han recibido por su trayectoria de 16 años.

Uno de los más extrovertidos es Mauricio Atiencia, vicepresidente de Wheelers Club Cuenca, quien es fácilmente de identificarlo por su tupida y larga barba.

El dirigente cuenta que los “jueves de motos” se reúnen en la sede, ubicada por el parque de El Dragón y conocida por ellos como su “segundo hogar”. También es el punto de partida para salir a “rutear” los sábados por diferentes lugares del país.

Atiencia se subió por primera vez a una Harley-Davidson hace ocho años (actualmente tiene 41). “Es una moto de ruta, para disfrutar las carreteras”, expresa. Junto a su matrimonio, es una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida, asegura.
Su pasión por las tuercas inició muy temprano y se desbordó cuando manejó las famosas “Perras flacas” (Yamaha).
El apoyo de la familia es importante para mantener viva esa chispa del amor por las motos, por lo que siente el respaldo de su esposa y dos hijos, quienes están conscientes de que papá debe dividir su tiempo con ellos y su club.

El dirigente sostiene que las Harley-Davidson son relativamente costosas, a comparación de Estados Unidos, en donde se fabrican desde 1903, pudiendo llegar a costar desde 10.000 hasta 90.000 dólares, sin embargo, “es una motocicleta que vale la pena”.

Experiencia
La juventud y la experiencia se aglutinan en este motoclub que cuenta con sus propios reglamentos, signos y símbolos, tales como casacas, chalecos y pantalones negros ajustados de cuero.

Fuente: El Mercurio