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El rastro de muerte y devastación que dejó la ocupación rusa en Irpin, símbolo de la resistencia ucraniana

Muchos rompen a llorar al pisar suelo seguro y se abrazan al primer voluntario que encuentran. Son los últimos evacuados de Irpin, ciudad al noroeste de Kiev convertida en símbolo de la resistencia ucraniana, donde la batalla calle a calle con los rusos ha terminado, pero ha dejado un rastro de muerte y destrucción difícil de olvidar.

«La situación es horrible, nuestras calles y casas están destruidas, lo han bombardeado todo. Nuestros vecinos fueron asesinados, vimos cadáveres tirados por la calle», cuenta con un hilo de voz Valentina, recién salida de Irpin.

Respira profundo y retoma su relato: «Irrumpieron en casa por la fuerza, nos obligaron a poner los brazos en alto y rompieron los teléfonos para que no pudiéramos comunicarnos. Cogieron todo el alcohol que había en casa y se lo bebieron. Y se llevaron todos los objetos de valor de las casas vacías del barrio».

LOS ÚLTIMOS EVACUADOS

Valentina, de 78 años, acaba de llegar a Kiev, evacuada por voluntarios que, en coordinación con el Ejército y la Cruz Roja, sacan en coches particulares a la poca gente que queda en esa ciudad devastada, que sufrió constantes bombardeos de las fuerzas rusas, además de fuego de artillería y metralla en los combates entre ambos ejércitos, los más intensos en el entorno de Kiev.

Ella ha salido con su hija, nieto y yerno, tras pasar los días escondiéndose de casa en casa, huyendo de las explosiones. Sin electricidad ni gas, hacían fuego para calentarse y cocinar la comida que les dejaron los vecinos que huyeron antes. «Lo peor era salir a buscar agua del pozo por los bombardeos», apunta.

En ese primer punto de encuentro en Kiev, a solo 5 kilómetros de Irpin, los evacuados reciben atención primaria si lo necesitan, comida y un té bien caliente para templar el trauma y el frío gélido padecido durante el asedio.

Valentina y su familia son rápidamente transferidos a la estación de tren para ir a Khmelnytsk, al oeste de Ucrania, donde les acogerá temporalmente unos amigos. Es la segunda vez que huyen de una guerra, ya en 2014 se fueron de Lugansk, cuando empezó el conflicto con las milicias separatistas prorrusas del Donbás.

Irpin, una población de unos 60.000 habitantes, soportó el embate de las fuerzas rusas durante más de un mes, una resistencia clave para evitar que éstas entraran a la capital. Las tropas ucranianas dinamitaron el puente que comunica con Kiev para cortar ese acceso, un gran obstáculo ahora para evacuar a la población.

Fuente: El Mercurio