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Ucrania conmemora la revolución europeísta que le enemistó con Rusia

Ucrania conmemoró este domingo la revolución europeísta del Maidán (2014), que provocó la ira de Rusia en forma de anexión de Crimea y apoyó a la sublevación armada en el este del país, el Donbás, un conflicto que no cesa.

«Mi padre me decía que se apuntó a la revolución para luchar por mi futuro y la independencia de Ucrania», comentó a Efe Anastasía, hija de Andriy Digdalóvich, uno de los 105 caídos en la violenta represión de las protestas antigubernamentales en Kiev.

Los ucranianos se enorgullecen de haber dado la espalda hace ocho años al Kremlin, pese al alto coste que han tenido que pagar desde entonces, tanto en vidas humanas como en el miedo constante a una invasión rusa.

ZELENSKI EN EL MAIDÁN

A su regreso de Múnich, donde pidió a Occidente garantías de seguridad hasta que su país no ingrese en la OTAN, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acudió esta mañana al memorial dedicado a los caídos en el Maidán, conocidos como la Centuria Celestial.

Zelenski colocó una vela a los pies de la cruz erigida junto a la capilla de madera del memorial, que se encuentra cerca de la plaza de la Independencia (Maidán) de la capital ucraniana.

Además, tocó la campana de la dignidad, algo que también hicieron revolucionarios y familiares de los caídos en las protestas que estallaron en noviembre de 2013 por la negativa del Gobierno prorruso de firmar un acuerdo con la Unión Europa.

Sacerdotes ortodoxos profesaron un panegírico en memoria de los muertos, tras lo que hubo una salva de honor, una ofrenda floral y todos los presentes cantaron el himno nacional.

También asistieron a la conmemoración el expresidente y multimillonario Petró Poroshenko, considerado uno de los patrocinadores de la revolución; familias enteras, escolares, ancianos, militares y sanitarios recién llegados del frente del Donbás.

UN GOLPE DE ESTADO PARA RUSIA

Casi todos los muertos se produjeron entre el 18 y el 20 de febrero de 2014, cuando las fuerzas de seguridad decidieron dispersar por la fuerza las barricadas y la ciudadela del Maidán.

Tras varios días de represión, la revolución se consumó el 22 de febrero con la huida del presidente prorruso, Víktor Yanukóvich, oriundo de Donetsk y al que el Kremlin acogió primero en Crimea y después en la región rusa de Rostov.

La Justicia ucraniana sigue investigando los crímenes cometidos por altos cargos del Ministerio del Interior, algunos de los cuales se exiliaron en Rusia, al igual que Yanukóvich, que es juzgado en ausencia por alta traición.

Rusia mantiene que el Maidán fue, en realidad, un golpe de Estado instigado por las potencias occidentales, un ejemplo más de las «revoluciones de color» destinadas a derrocar a dirigentes incómodos.

Fuente: El Mercurio