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Blanca Portilla, mujer de “oro puro”

Blanca Inés Portilla Fajardo cumplió 87 años el pasado 9 octubre. Su cabello blanco y sus toscas, pero a la vez hábiles manos, avalan la experiencia de ser la primera joyera certificada en Cuenca.
En la pared de la sala cuelga su título, con un singular marco de madera que se encuentra empolvado por el paso del tiempo.

“La República del Ecuador y en su Nombre y por autoridad de la Ley, la Comisaría del Trabajo se le confiere el presente título de Profesora de Taller en el Arte de Orfebrería, con la calificación de sobresaliente, facultándole abrir su establecimiento en cualquier lugar de la República”, reza el certificado.
“Así me convertí en la primera y única joyera del Ecuador de ese entonces”, añade.
Su pecho se infla de orgullo cuando comparte que aprendió este oficio de su padre, Vicente Portilla, a los 15 años. “Mi papá era contador, pero su maestro de los hermanos cristianos le enseñó orfebrería y él a su vez me trasmitió sus conocimientos”, recalca.
Los ojos de Blanca adquieren cierto brillo una vez que saca del baúl de los recuerdos un recorte de periódico en el cual destacan que su progenitor entregó un presente a Franklin Roosevelt, presidente de Estados Unidos.
El título de la noticia dice: “Joyero cuencano señor Portilla obsequia medalla con retrato al Presidente Mr. Franklin Roosevelt”.
“En la Secretaría de la Gobernación de la Provincia, en la mañana de ayer, se dignaron enseñarnos un conceptuoso telegrama dirigido por el señor Gobernador de la Provincia Capitán don Julio C. Vinueza al señor Ministro Secretario de la Cartera de RR.EE, doctor Julio Tobar Donoso, por medio del cual le informaba que el sobresaliente y joven artífice cuencano don Vicente Portilla A., cuyo trabajo de orfebrería tiene fama entre nosotros, enviaba por el correo del lunes un paquete conteniendo una medalla de plata en la cual iba grabado en relieve el retrato del Presidente de los Estados Unidos, tres veces elegido para para regir los destinos del progresista país del norte, como una demostración del autóctono arte azuayo…”, se lee en la parte medular del texto.
La trayectoria de Vicente Portilla nace cuando emprendió un viaje a Lima-Perú en representación de Ecuador. En el país vecino obtuvo el título de joyero.

Conocimientos
“Aunque se demoren un poquito más”, Blanca prefiere que la llamen señorita, ya que por dedicarse a la orfebrería nunca se casó.
Inclusive, una vez le propusieron que sea Reina de los Joyeros y hasta Reina de Cuenca, pero su papá se opuso. “Dijo que una mujer no puede estar exhibiéndose”.
Además salió como modelo de la Revista de la Asociación de Joyeros del Azuay, publicada el 9 de octubre de 1961. “Los años no pasan en vano”, reflexiona nostálgicamente, mientras sostiene este recuerdo.
Asimismo, impartió sus conocimientos en diferentes partes del país. Nunca fue egoísta. En una ocasión, Blanca se desplazó a Azogues junto a Emilio Huiracocha y Alberto Barros para incorporar a nuevos joyeros, en donde un comisario le obligó a entregar títulos a dos cercanos suyos.
Entre sus melancólicos recuerdos también constan catálogos antiguos de anillos. Para leerlos utiliza unos lentes de joyeros, que forman parte de su colección especial con la que tranquilamente se puede armar un museo: laminadora, pulidora, mechero de gasolina, soldadora, buriles, sopletes, taladros, cuños, troqueles, matrices, anilleras, calibrador, etc.
Su padre falleció a los 65 años. A raíz de su muerte, Blanca dejó la joyería. “Actualmente la joyería es más automatizado. Las piezas no se trabajan personificadamente, perdiendo sus detalles”.

Fuente: El Mercurio