Ya está, se corrió el velo y están los dos finalistas, nada menos que Argentina y Brasil. ¡En Maracaná…! Neymar ha dicho que quería a Argentina en la final, y el título, desde luego… Y para Lionel Messi ganar sería un auténtico Maracanazo. Su primer título con la selección mayor, que le ha sido tan esquivo, pero tanto que ya es una página de la historia del fútbol, un jugador tan fabuloso, que se ha entregado completamente a esa causa y nunca pudo dar una vuelta olímpica (sí es campeón mundial juvenil y olímpico).
Pero, además, Messi sabe que ganar esta Copa América es, de hecho, recibir su séptimo Balón de Oro. Sería casi automático. Todas las casas de apuestas de Europa lo tienen como ultrafavorito. Ha hecho –una vez más– una temporada extraordinaria y el resto de los competidores (Kylian Mbappé y otros), se han ido cayendo. Messi paga 3,25 millones de euros contra 5,5 millones de Harry Kane, y 7 de Lewandowski, quien tiene el lastre de una selección pobre como Polonia. Una posible coronación de Leo lo elevaría a una condición altísima, el fútbol mundial espera verlo levantar ese trofeo. Pero ¿es factible…? Si fuera como en el tenis, individual, anticiparíamos el resultado: en mil partidos contra cualquiera, de hoy o de ayer, Messi ganaría 999. Pero esto es de once. Y once contra once, hoy, Brasil es superior a Argentina. Bastante.
Brasil es un equipo hecho, Argentina está en construcción, el problema es que hace tres años está en construcción y la obra no avanza. Cuando se dio el Maracanazo en 1950 pareció que se había dado un milagro, que Uruguay venciera a Brasil. Pero tanto Roque Máspoli como Juan Alberto Schiaffino, entrevistados por este cronista, manifestaron que tenían un once tan bueno o mejor que el brasileño: “Dos meses antes habíamos jugado, con los mismos equipos, por la Copa Río Branco, ganamos uno cada uno y en el desempate se impuso Brasil por un gol, que fue offside”. O sea, no era utópico un triunfo celeste. Por eso se dio. Por eso y por la presión brutal que la impresionante multitud en el estadio –y la opinión pública en general– ejercieron sobre aquellos once brasileños. Pero este sábado por la noche no habrá hinchas en las gradas. Y Brasil no tiene deudas pendientes, viene de ganar la última copa.
Fuente: El Universo