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La pesca del calamar gigante, en aguas internacionales entre la costa del Ecuador y Galápagos, reduce el alimento para los tiburones

Una ballena, un calamar gigante, los tiburones, los cardúmenes de atún, las aves y las tortugas marinas tienen en común que viven bajo el mar en un mismo ecosistema. Pero todo va más allá. Cada uno es un importante eslabón de un gran rompecabezas biológico. Si uno desaparece bruscamente por la sobrepesca, altera el equilibrio ecológico y obliga a las especies a cambiar sus hábitos, a evolucionar para sobrevivir.

El impacto es incierto pero los científicos tienen sus conjeturas sobre la llegada de la flota extranjera que captura de forma masiva a los calamares gigantes. Son unos 300 barcos, la mayoría de origen chino, que se ubican entre las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) Insular y Continental del Ecuador, en una franja de 200 millas de aguas internacionales que está entre la costa de Sudamérica y la del archipiélago de Galápagos.

Una presión que se suma a la que ejercen los barcos nacionales y de otras nacionalidades.

Las especies endémicas y migratorias de estas islas, que representan la postal turística más importante del Ecuador, están en peligro.

El cachalote, al ser una ballena dentada, se come al calamar gigante, especie objetivo de la flotilla china que alcanza su madurez sexual a los tres meses y no vive más allá de dos años. El atún también se alimenta de calamar, que entraría en menor cantidad a las ZEE del país al quedar capturado en aguas internacionales.

Todo está relacionado. “Se ha comprobado que las heces de las ballenas son alimento increíble para el fitoplancton y zooplancton (microorganismos vegetales que son la base de la pirámide alimenticia de los ecosistemas marinos). Si los calamares se ven afectados por la pesquería, pues hay un desbalance”, dice Arturo Izurieta, exdirector de la Estación Científica Charles Darwin.

Fuente: El Universo