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Raffaella Carrà llevó su arte a diversas latitudes y su legado jamás será olvidado

La artista falleció a los 78 años, pero abrió el camino para otras estrellas dentro y fuera de su natal Italia.

Hace 78 años nació en Bolonia la cantante, actriz y presentadora Raffaella Carrà, ícono de multitudes en Hispanoamérica; pero debido a una enfermedad, falleció ayer. Las causas exactas de su deceso aún no han sido divulgadas. El mundo recibió esta triste noticia de una de las artistas que, entre los años 50 y 70, revolucionó la televisión europea, convirtiéndose desde entonces en un símbolo en algunos países especialmente hispanohablantes.

Italia, España y Latinoamérica perdieron a una de sus grandes íconos del espectáculo, ya que la italiana traspasó toda frontera con su carrera artística. “Raffaella nos ha dejado. Se ha ido a un mundo mejor, donde su humanidad, su inconfundible risa y su extraordinario talento brillarán para siempre”, expresó el coreógrafo Sergio Japino, quien fuera su pareja por varios años, su “espejo en el que mirarse”.

La artista, quien coreó a todo pulmón “explota, explota, ¡me explo!”, falleció luego de una enfermedad que “desde hace un tiempo había atacado su cuerpo menudo, pero lleno de energía”, según declaraciones de Japino.

Ella atrajo multitudes y fue amiga de muchos personajes de la farándula y la política internacional, entre ellos, el exfutbolista argentino Diego Armando Maradona, Madonna, Raphael, Laura Pausini, Miguel Bosé. Su gran sentido del humor, carisma y humildad hicieron que se ganara el corazón de millones de personas gracias a sus diversas apariciones en televisión. Ella protagonizó programas muy variados: espacios musicales en los que deleitaba con sus grandes éxitos, galas de Navidad e incluso otros programas de carácter más personal, como Sálvame o Salsa rosa. Fue su paso por la pantalla chica lo que permitió que la cantante forjara grandes amistades con rostros muy conocidos.

La artista siempre fue recordada por éxitos musicales como Caliente, caliente o Hay que venir al sur, pero también por su talento polifacético que la llevó a ser tanto actriz como presentadora de múltiples programas de televisión en la RAI de Italia o en RTVE de España.

Nacida en Bolonia en 1943 bajo el nombre de Raffaella María Roberta Pelloni, su nombre artístico fue sugerencia del director de cine y televisión Dante Guardamagna, quien pensó que sería buena idea tomar el apellido del pintor italiano Carlo Carrà. El apellido relacionado con el arte pareció ser un buen presagio y Raffaella conquistó así multitudes dentro y fuera de Europa.

Sus orígenes artísticos se remontan a muy temprana edad, con un pequeño papel en la película Tormento del passato, de Mario Bonnard. A los diez años se mudó a Roma con su mamá, donde llegó para aprender danza clásica. Años más tarde estudió cinematografía, lo que la guio hasta España para hacer teatro, donde a su vez participó en el Festival de Prosa Latina.

Ícono de la libertad

Raffaella fue criada por una mujer separada, de quien aseguró que la educó en un ambiente de completa libertad. Entre la década de los 50 y 70 causó revuelo en la televisión italiana por sus movimientos de baile y vestuario, mientras cantaba en un programa de variedades para toda la familia mostrando su ombligo, algo descabellado para la época. El Vaticano la censuró por su estilo en una sensual coreografía de la canción Tuca tuca.

En una entrevista con el diario El País en 2019, Carrà admitió que ser ella misma le costó algunas batallas en el pasado, pero que todo era espontáneo: “No es nada impostado, es todo natural. (…) No solo era mostrar mi cuerpo, era hacer entender que el cuerpo de una mujer siempre está unido a su cabeza. La sensualidad no está reñida con la inteligencia, la simpatía, la ironía”.

El éxito en su país la llevó hasta España, donde conquistó también a la audiencia local con el programa La hora de Raffaella, transmitido entre 1975 y 1976, luego de la dictadura franquista. A este le siguieron otras grandes producciones en el país. En 1986 dirigió el programa de entretenimiento Domenica in, toda una revolución de la pequeña pantalla; y en 1989 fichó por Canale 5, del grupo audiovisual de la familia Berlusconi, en el cual dirigió Il principe Azzurro sin demasiada acogida.