La tradición de elaborar los dulces de Corpus data de la época colonial. La historia refiere que las religiosas que vivían en los claustros de Cuenca entregaban estos alimentos a quienes acudían a adorar al Santísimo, durante la celebración del Corpus Christi. Más adelante, las familias nobles adoptaron también la costumbre de entregar estos dulces como presentes a sus allegados.
Con el pasar de los años, muchos de estos dulces han experimentado cambios en cuanto a su preparación o diseño, sin embargo, los ingredientes básicos como las diferentes harinas, huevos, frutas, azúcar, coco, maní, ajonjolí, la achira, entre otros, se mantienen y son los que le agregan el peculiar sabor que le diferencia de la repostería convencional.
En Cuenca, hay quienes se dedican a la producción de los dulces de Corpus. La mayoría, por herencia familiar, como es el caso de Cecilia Orellana, quien mantiene esta tradición desde hace 51 años. El oficio lo aprendió de su madre, y desde muy pequeña ayudaba en la elaboración de los dulces. Actualmente cuenta con un local propio, ubicado en la calle Miguel Vélez y Vicente León.
“La tradición en mi familia inició mucho antes. Mi abuelita, mi mamá salían a vender los dulces en el Parque Calderón, antes que colocaran los puestos en la calle Sucre. Ellas fueron las fundadoras y nosotras, con mis hermanas, heredamos la tradición”, refiere.
Este año, Orellana no participaría de la Feria de Dulces de Corpus que ha organizado el Municipio de Cuenca, dado que tiene temor de contagiarse. Sin embargo, desde su tienda estará distribuyendo los productos.
“Por vía telefónica me hacen pedidos y les envío a sus domicilios. También este año me han hecho pedidos para otros puestos que van a salir a San Blas y al Centro Municipal Artesanal”, sostiene Orellana.
Fuente: El Mercurio