Ni la Copa América, ni el Mundial, ni la Libertadores o la Champions, ninguna competencia futbolística alcanza el grado de tensión de la Eliminatoria, el único torneo que no determina un campeón (Bielsa ganó una clasificatoria con 43 puntos, casi una grosería, pero nadie se lo reconocerá). No otorga títulos, pero pone en vilo al continente, lo tensa como una cuerda al límite. Es un cofre que se abre y reparte alegría o decepción, no tiene grises. El Mundial ya es más una fiesta, la Eliminatoria es drama, el miedo de quedarse afuera. Quien no va al Mundial se siente el último de la clase. Luego, allá, aunque se pierda, queda la satisfacción de haber estado.
Después de casi siete meses de interrupción, por el receso y la pandemia, vuelve la Eliminatoria, porque Conmebol propone, pero el covid dispone. Las fechas de marzo quedaron en blanco y se recuperarán más adelante. Ahora se acometerán las jornadas 7ª. y 8ª. La novedad radica en que dos selecciones presentarán nuevo entrenador: Reinaldo Rueda, que dirigía a Chile, vuelve a Colombia, donde ya estuvo del 2004 al 2006; en tanto el uruguayo Martín Lasarte lo sustituirá en La Roja. Los demás timoneles continúan. En cuanto al resto, el panorama no ha variado nada, pues la actividad de selecciones ha sido casi nula, salvo un par de amistosos a fines de marzo, y no con los equipos titulares. Brasil continúa siendo el claro favorito a clasificar antes que todos, por potencial y por su arranque demoledor: con 12 puntos en cuatro jornadas, si consigue dos triunfos en esta doble función viernes-martes se irá a 18. Debe recordarse que con 27 unidades se asegura un cupo al Mundial. Y aún quedará una vida por delante, ya que restarán 12 partidos más.
Fuente: El Universo