Dora, una mujer de 75 años, recibió hace tres meses varias llamadas en las que le informaban que su sobrina estaba en el aeropuerto de Guayaquil y que necesitaba pagar un impuesto por una mercadería que traía de Estados Unidos. La mujer tomó su celular e inmediatamente transfirió desde dos cuentas bancarias un total 12.000 dólares a una cuenta que le indicaron en la llamada.
Cuando sus familiares se enteraron llamaron a los bancos y lograron congelar una de las transferencias, la de 3.000 dólares, pero la de 9.000 dólares aún está pendiente. Dora puso la denuncia en la Fiscalía para que el banco actúe y se investigue este hecho.
Hace unas semanas el titular de la cuenta a la que se transfirió el dinero se puso en contacto con un ejecutivo del banco en Quito y le mandó a decir a Dora que si quitaba la denuncia, le devolvía los $ 9.000, porque él es inocente.
Ella es uno de los cientos de adultos mayores que han sido estafados de esta manera y con el uso de medios electrónicos en los últimos años, pues la pandemia potenció los pagos y consumos virtuales y ahora cada vez más se instalan en sus celulares y computadoras aplicaciones para el uso de su dinero.
Pero no solo se trata de recibir llamadas o mensajes de un “conocido” que pide ayuda. Los ciberdelincuentes son capaces de acceder a nuestras cuentas bancarias y llevarse todo el dinero si abrimos un linky colocamos nuestros datos ahí.
Esta táctica se llama phishingy los delincuentes se hacen pasar por organizaciones o empresas. Puede ser su banco pidiéndole que actualice datos o Microsoft indicándole que van a cancelar su cuenta si no actualiza una contraseña.
Fuente: El Universo