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Desde pasar casi tres meses en una UCI hasta vivir sin restricciones, así sobrellevan los cuencanos la covid-19

Ramiro Quezada abre los ojos, siente su delgado cuerpo y se estremece al darse cuenta de lo debilitado que está. Siente la piel pegada a los huesos, su cara más delgada que nunca y se asusta, se siente como un esqueleto. El primer pensamiento que viene a su cabeza no es él, piensa en su esposa y sus tres hijas: ¿Están bien? El Doctor Lata, su médico especialista, le ve y le dice: Ramiro, ¿si sabe en qué fecha estamos? A lo que él responde: “Creo que estamos en julio”. El doctor le dice que “no” y añade: “estamos a mediados de septiembre, usted ha sido un hombre fuerte”.

El periodista deportivo y comunicador de la Prefectura del Azuay se dio cuenta en ese momento de que había estado inconsciente por más de dos meses de su vida. Es el paciente COVID que más tiempo ha estado ingresado en una Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, en el Hospital José Carrasco Arteaga del IESS. Él fue ingresado en el hospital el 25 de julio de 2020 con un cuadro grave de COVID y salió en octubre, 88 días después. Quezada es uno de los 601 pacientes UCI que ha tenido el hospital por COVID-19, según datos proporcionados por el IESS. Él se encuentra bastante recuperado de salud: “Gracias a Dios los pulmones están ya bien, se han recuperado en un 98% y no hay complicaciones en el corazón”, expresó Quezada a este medio con una sonrisa llena de vitalidad.

Ahí mismo en donde fue internado el periodista, ha rotado como residente el doctor David Torres Nieto todo este último año. Él no se ha contagiado de COVID-19 a pesar de su trabajo. “Es raro escuchar de médicos que se hayan contagiado en el hospital”, dice Torres. El doctor acaba de recibir la segunda dosis de la vacuna de Pfizer este pasado doce de marzo, por lo que probablemente sea de los pocos afortunados que no lleguen a padecer nunca del virus. Y es que al estar en la primera línea de la pandemia se lo merece, pues el camino no ha sido fácil. “Una señora hasta me dijo que le haga rezar, yo que no es que soy mucho de rezar me tocó rezar y la viejita que estaba ahí, al fondo ahogándose, también se puso a rezar. Son cosas súper fuertes que me ha tocado vivir”, dice el doctor con sentimiento y añade que a pesar de su formación no estaba preparado para vivir una pandemia.

Fuente: El Mercurio